Almacenamiento subterráneo de gas y seísmos

Plataforma de extracción-inyección de gas del complejo Castor, a unos 22 km de la costa de Vinaròs.

En los últimos días, los numerosos movimientos sísmicos producidos en la zona costera del Golfo de Valencia han despertado la preocupación y también el enojo de los habitantes de la zona. Enojo porque se sospecha que los terremotos están relacionados con la mano del hombre. En el punto de mira está una instalanción colosal bautizada con el nombre de «Castor» destinada a almacenar cerca de 2000 millones de metros cúbicos de gas, el mayor almacén de gas submarino en España.

En realidad, la instalación no es tan excepcional. En España existen un total de 5 almacenes subterráneos de gas y en todo el mundo existen cientos de ellos. Estos almacenes tienen un importante valor estratégico ya que permiten alamacenar grandes cantidades de combustible durante épocas de menor gasto para poder hacer frente a periodos de mayor demanda o a situaciones de emergencia. Casi todos los paísis del mundo cuentan con reservas de este tipo.

El esquema de este tipo de instalaciones bastante simple, aunque su ejecución, como ha quedado demostrado, no siempre lo es. Para construir estos alamcenes gigantes de gas se suelen emplear principalmente antiguas bolsas de petróleo o gas ya explotadas (aunque también pueden usarse antiguos acuíferos salinos subterráneos). La razón parece evidente: qué mejor lugar para guardar gas que aquel que lo ha estado haciendo durante millones de años de forma natural y ha demostrado sus cualidades sobradamente.

Trampa de petróleo. Los hidrocarburos y el gas natural quedan atrapados por una capa de roca impermeable y acumulan en la zona.

Ya sabes que las bolsas de petróleo y gas suelen estar situadas en estratos de roca porosa que pueden impregnarse con el crudo o el gas, y que a su vez están rodeados de capas de rocas impermeables que favorecen que el petróleo o el gas queden almacenados en la trampa. De otra forma, el petróleo o el gas, debido a su baja densidad, terminarían aflorando en la superficie (como de hecho ocurre en ocasiones). Cuando la bolsa se agota, generalmente queda llena de agua que, o bien se ha filtrado de forma natural o se ha inyectado de forma artificial durante su explotación para generar una presión adicional y ayudar en la extracción del crudo.

Para volver a llenar el depósto con gas de forma artificial es necesario inyectarlo a una elevada presión que oscila entre 40 y 90 bares (una tubería de agua de casa suele tener una presión de unos 3-4 bares). Esto permite desplazar el agua que este impregnando la roca porosa en ese momento y aumenta la capacidad de almacenamiento.

Esquema de «Castor». Observa la planta de procesamiento en tierra firme, a la izquierda, y la de extracción-inyección, situada en el mar, de la que parten los pozos hacia el yacimiento.

En el caso del proyecto Castor, se emplea un yacimiento de petróleo situado a unos 1800 m de profundidad que se formó hace unos 125 millones de años y que ha sido explotado hasta su agotamiento por la compañía Shell durante la década de los 70 y 80. La instalación cuenta con una plataforma de extracción marina situada a unos 22 km de la costa de la que parten 8 pozos que perforan el subsuelo marino hasta alcanzar el depósito. Estos pozos sirven para inyectar y extraer gas. También existen pozos adicionales para regular las condiciones de presión en todas las operaciones. Además, existe una planta de procesamiento situada en tierra firme en Vinarós.

Se sabe que es relativamente frecuente que el incremento de presión que se produce durante la inyección y/o almacenamiento en una zona interna de la corteza puede provocar pequeños movimientos de rocas que generan microterremotos. Estos microterremotos ni siquiera suelen ser sentidos por la población. Sin embargo, esta vez ha sido diferente: algunos de los seísmos detectados han superado la magnitud 4 en la escala Richter y, dada su proximidad a núcleos de población, ha sido sentido y causado alarma de forma continuada en los últimos días. Aunque, supuestamente, el bombeo de gas lleva paralizado dos semanas, los temblores se siguen produciendo. Además, algunos de los hipocentros, aunque superficielaes, se sitúan a cierta distancia de la zona de almacenamiento.

Así pues, hay quienes están convencidos de que estos temblores son algo más que los microseísmos habituales de este tipo de operaciones. Lo cierto es que toda esta zona  de la costa Mediterránea está surcada por pequeñas fallas normales generadas por fuerzas de distensión. Aunque sus dimensiones, número y tensiones asociadas no son comparables a las del sureste de la península, sí ofrecen un marco de fracturas que podrían favorecer movimientos de bloques ante la aparición de fuerzas o presiones nuevas. Es posible que las tensiones provocadas por la sobrepresión del depósito de almacenamiento se hayan podido transmitir hasta puntos sensibles de algunas de estas fallas, originando terremotos más intensos de lo esperable en estos casos.

Aunque diversas autoridades y expertos descartan que se produzcan seísmos intensos, la población, lógicamente, quiere contar con una explicación satisfactoria del problema y, sobre todo, una solución. Ahora sale a relucir que quizá no se hicieron todos los estudios necesarios para comprobar la idoneidad del lugar  para este tipo de instalaciones o que no se tuvieron en cuenta debidamente los informes emitidos, pero esta parte de la historia deberán contarla otros.

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